Nadie dijo que fuera
fácil.
Todo fue demasiado rápido, y ya sabes lo que dicen pequeño, lo que
fácil viene, fácil se va. La ilusión con la que pensaba en ti al principio,
esas conversaciones repletas de corazones y besos, ese "Te echo de
menos" y el "Me muero de ganas de verte"... ya no están. Ya no estás.
Me intenté convencer de que solo era culpa mía, pero no lo es.
Todo el mundo comete errores, los han cometido conmigo y yo he perdonado. Si tú
no lo haces es porque no quieres. Es culpa tuya. Tuya y de tu orgullo.
No voy a seguir triste
pensando en lo que no fue, en lo que no has dejado que fuera. Voy a seguir ahí,
pero con una sonrisa, como amiga, deseándote lo mejor. Pero nada más, el resto
queda lejos.
No hay distancia más grande que el orgullo, y nosotros estamos a
kilómetros.
Puede que tuvieras razón y no estábamos hechos el uno para el otro.